Los cuentos son caminos llenos de magia que nos llevan a los lugares más insospechados de nuestro corazón.
lunes, 27 de noviembre de 2017
La mujer y el León
Se decía que en una aldea en Etiopía, un hombre y una mujer, viudos, aunque jóvenes, deciden formar juntos una nueva familia. Pero hay un problema, el hombre tiene un hijo de corta edad, que no ha superado aún la muerte de su madre. Ésta le prepara los platos especiales, le confecciona bonitas prendas y se comporta, siempre amablemente con él, pero el niño, ni siquiera le dirige la palabra.
La mujer acude al hechicero:
-¿Qué puedo hacer para que mi hijo me acepte como madre?
-Me has de traer tres pelos del bigote de un león - le dice el sabio a la mujer.
La mujer se va preocupada, preguntándose cómo le podía sacar tres pelos a un león sin ser devorada, pero decide intentarlo por el bien de su familia.
Cuando al fin encuentra al león, guarda una distancia prudencial, temerosa de acercarse. Permanece largo rato observándolo de lejos.
La espera se hace interminable hasta que la mujer decide ofrecerle comida. Después de acercarse un poco más le deja un pedazo de carne y se aleja. Y cada día hace lo mismo.
Poco a poco, el león se acostumbra a la presencia de la mujer, hasta que ésta pasa a formar parte de su vida. Un día, cuando el león está dormido le arranca tres pelos del bigote sin problemas.
Pero antes de llevarle los pelos al hechicero comprende que su problema está resuelto:
HA HALLADO EL VALOR DE LA PACIENCIA.
Como el león, debe acercarse al niño poco a poco, esperando fielmente, respetando su actitud y su territorio... hasta conquistar su corazón con su paciencia.
Cuento Etíope
domingo, 20 de agosto de 2017
La Vaquita
Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?
El señor calmadamente respondió: amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo.
El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó: busque la vaquita, llévela al precipicio de allí en frente y empújela al barranco.
El joven espantado vio al maestro y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Más como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
Un día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con coche en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allí, fue recibido por un señor muy simpático, el joven preguntó por la familia que vivía allí hace unos cuatro años, el señor respondió que seguían viviendo allí.
Espantado el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le pregunto al señor (el dueño de la vaquita): ¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?
El señor entusiasmado le respondió: nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora.
Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra sobrevivencia la cual es una convivencia con la rutina, NOS HACE DEPENDIENTES, Y CASI QUE EL MUNDO SE REDUCE A LO QUE LA VAQUITA NOS PRODUCE.
No pretendamos seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.
Vivimos dentro de una zona de comodidad donde nos movemos, y creemos que eso es lo único que existe.
Todo lo conocido, cotidiano y fácil.
Tenemos sueños, queremos resultados, buscamos oportunidades, pero no siempre estamos dispuestos a cambiar. No siempre estamos dispuestos a transitar caminos difíciles.
Fuente: David Gómez Salas (Escritor Mexicano).
Reflexión:
¿Qué cosas son Vacas? Hay cosas que nos proporciona algún beneficio, pero que a la larga nos hacen ser dependientes de ellas y no nos dejan avanzar. Nuestro mundo se reduce a lo que la vaca nos brinda.
Las vacas pueden ser desde un trabajo que no nos motiva pero en el que seguimos porque "peor es nada" o "es seguro" por ejemplo, son cosas que dependen de nosotros mismos y que no cambiamos aunque nos gustaría mejorarlas, nos conformamos debido creencias que nos frenan, miedos que nos llevan a acomodarnos, a estancarnos.. ¿Tenéis vacas en vuestra vida? ¿cuáles son?
lunes, 7 de agosto de 2017
La tienda de la Verdad (Jorge Bucay)
— Dime, Jorge, existe en casi toda la gente la idea de que todo el mundo necesita terapia, yo sé que tú no estás de acuerdo, y creo que ni siquiera consideras necesaria la terapia indiscriminada. Pero ahora me pregunto: ¿Cualquiera se puede beneficiar de transitar un proceso terapéutico?
—Sí.
—¿Cualquiera?
—Digámoslo así: a cualquiera que quiera beneficiarse, podría serle útil.
—Pero, ¿por qué alguien podría no querer beneficiarse?
—Anthony de Mello cuenta un cuentito maravilloso que me parece que podría ayudarnos en esta búsqueda:
El hombre caminaba paseando por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Tenía tiempo y entonces se detenía algunos instantes en cada vidriera, en cada negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco, intrigado se acercó a la vidriera y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro escaparate... en el interior, solamente se veía un atril que sostenía un cartelito escrito a mano que anunciaba:
Tienda de la verdad
El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían.
Entró.
Se acercó a la señorita que estaba en el primer mostrador y preguntó:
—Perdón, ¿esta es la tienda de la verdad?.
—Sí, señor, ¿qué tipo de verdad anda buscando: verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa?
Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible, llegar a un lugar y llevarse la verdad, era maravilloso.
—Verdad completa –contestó el hombre sin dudarlo.
“Estoy tan cansado de mentiras y de falsificaciones”, pensó, “no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones”.
—¡Verdad plena! –ratificó.
—Bien, señor, sígame.
La señorita acompañó al cliente a otro sector y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:
—El señor lo va a atender.
El vendedor se acercó y esperó que el hombre hablara.
—Vengo a comprar la verdad completa.
—Ahá, perdón, ¿el señor sabe el precio?
—No, ¿cuál es? –contestó rutinariamente. En realidad, él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
—Si usted se la lleva –dijo el vendedor— el precio es que nunca más podrá estar en paz.
Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el precio fuera tan grande.
—Gra... gracias, disculpe... –balbuceó.
Se dio vuelta y salió del negocio mirando el piso.
Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.
“Quizás más adelante”, pensó...
—Demián, no necesariamente lo que para mí es beneficioso, lo es también para otro. Puede suceder y es justo que así sea que alguien crea que el precio de cierto beneficio sea demasiado costoso. Es válido que cada uno decida qué precio quiere pagar a cambio de lo que recibe, y es lógico que cada uno elija el momento para recibir lo que el mundo le ofrece, sea la verdad o cualquier otro “beneficio”.
Yo no encontraba nada para decir.
Y Jorge agregó:
—Hay un viejo proverbio árabe que dice:
“PARA PODER DESCARGAR UN CARGAMENTO DE HALVÁ LO MÁS IMPORTANTE ES TENER RECIPIENTES DONDE GUARDAR EL HALVÁ”. con la sabiduría y con la verdad pasa lo mismo que con el Halvá...
Jorge Bucay
martes, 11 de julio de 2017
El vendedor de rosquillas
Cuenta la
historia de un hombre que vendía unas rosquillas deliciosas al lado de una
carretera. El negocio iba viento en popa, tanto, que ni oía la radio ni leía
los periódicos. Tampoco hacía demasiado caso a la televisión. En verano vino a
visitarle su hijo, que estaba haciendo un posgrado en Ciencias Empresariales, y
le dio una noticia: “Padre, ¿usted no escucha la radio ni lee los periódicos?
Estamos sufriendo una enorme crisis. Esto se hunde.” El padre pensó: “Mi hijo
tiene estudios, está informado y sabe de lo que habla.” De modo que compró
menos ingredientes y de inferior calidad para reducir su producción de
rosquillas. Las ventas fueron disminuyendo día a día y al cabo de poco tiempo,
empezó a sufrir pérdidas. El hombre llamó a su hijo a la universidad para
decirle: “Tenías razón, hijo. Estamos inmersos en una crisis muy grande.”
"Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto."
Henry Ford
Etiquetas:
crecimiento personal,
fuerza de voluntad,
miedo,
oportunidades,
pensamiento positivo,
Sé tu mismo,
sigue tu camino,
tu puedes
viernes, 23 de junio de 2017
Miradas
Unos obreros estaban picando piedras frente a un enorme edificio en
construcción. Se acercó un visitante a uno de los obreros y le preguntó:
-¿Qué están haciendo ustedes aquí?
El obrero lo miró con dureza y le respondió:
-¿Acaso usted está ciego para no ver lo que hacemos? Aquí, picando piedras como esclavos por un sueldo miserable y sin el menor reconocimiento. Vea usted ese mismo cartel. Allá ponen los nombres de Ingenieros, Arquitectos, pero no ponen los nuestros que somos los que trabajamos duro y dejamos en la obra el pellejo.
El visitante se acercó entonces a otro obrero y le preguntó lo mismo.
-Aquí, como usted bien puede ver, picando piedras para levantar este enorme edificio. El trabajo es duro y está mal pagado, pero los tiempos son difíciles, no hay mucho trabajo y algo hay que hacer para llevar la comida a los hijos.
Se acercó el visitante a un tercer obrero y una vez más le preguntó lo que estaba haciendo. El hombre le contestó con gran entusiasmo:
-Estamos levantando un Hospital, el más hermoso del mundo. Las generaciones futuras lo admirarán impresionados y escucharán el entrar y salir constante de las ambulancias. Además, seguro salvarán muchas vidas, y también aquí darán a luz miles de niños. Yo no lo veré terminado, pero quiero ser parte de esta extraordinaria obra.
El mismo trabajo, el mismo sueldo, la misma falta de reconocimiento; una misma realidad. Tres maneras distintas de vivirla: como esclavitud; como resignación; como pasión, aventura y desafío.
Piensa que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del Paraíso y lo será.
-¿Qué están haciendo ustedes aquí?
El obrero lo miró con dureza y le respondió:
-¿Acaso usted está ciego para no ver lo que hacemos? Aquí, picando piedras como esclavos por un sueldo miserable y sin el menor reconocimiento. Vea usted ese mismo cartel. Allá ponen los nombres de Ingenieros, Arquitectos, pero no ponen los nuestros que somos los que trabajamos duro y dejamos en la obra el pellejo.
El visitante se acercó entonces a otro obrero y le preguntó lo mismo.
-Aquí, como usted bien puede ver, picando piedras para levantar este enorme edificio. El trabajo es duro y está mal pagado, pero los tiempos son difíciles, no hay mucho trabajo y algo hay que hacer para llevar la comida a los hijos.
Se acercó el visitante a un tercer obrero y una vez más le preguntó lo que estaba haciendo. El hombre le contestó con gran entusiasmo:
-Estamos levantando un Hospital, el más hermoso del mundo. Las generaciones futuras lo admirarán impresionados y escucharán el entrar y salir constante de las ambulancias. Además, seguro salvarán muchas vidas, y también aquí darán a luz miles de niños. Yo no lo veré terminado, pero quiero ser parte de esta extraordinaria obra.
El mismo trabajo, el mismo sueldo, la misma falta de reconocimiento; una misma realidad. Tres maneras distintas de vivirla: como esclavitud; como resignación; como pasión, aventura y desafío.
Piensa que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del Paraíso y lo será.
lunes, 19 de junio de 2017
¿Cómo crecer?
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus
árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mirate a vos mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona.
Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena...
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mirate a vos mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona.
Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena...
Jorge Bucay
Tal vez porque vivimos comparando, comparándonos, no
nos damos cuenta de que somos únicos. Solo nosotros mismos podemos llevar a
cabo nuestra misión de vida; una de las mejores maneras de conectar con nuestra Alma es siendo nosotros mismos.
Si estas atento a tus emociones facilmente te das cuenta de cuando vibras en consonancia con tu Ser... Ese Ser que anida en tu corazón y que pocas veces dejas salir por miedo, verguenza y un sin fin de excusas.
Sé tú mismo con tus errores y tus dones, permìtete a ti y al mundo disfrutar de una gran persona... Tú.
Sé tú mismo con tus errores y tus dones, permìtete a ti y al mundo disfrutar de una gran persona... Tú.
Mónica de la Cruz
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